Hasta hace bien poco, se ha estado hablando en los medios de comunicación concretamente sólo de las consecuencias de los malos algoritmos, pero se ha prestado mucha menos atención a la calidad y precisión de los datos que alimentan realmente esos algoritmos. Los algoritmos son herramientas matemáticas que se utilizan para analizar y procesar grandes cantidades de información, encontrar patrones ocultos y producir productos específicos.
Nos interesa saber cuándo se recopilan, procesan y almacenan los datos. Queremos capturar problemas de datos antes de que los algoritmos entren en vigor. Es en esta etapa que los datos corruptos, desactualizados, inútiles o ilegales pueden formar parte de las operaciones realizadas por los algoritmos y dar lugar a resultados problemáticos. De esta forma, los datos erróneos son una parte importante de todo tipo de procesos y resultados de toma de decisiones. Desde la banca hasta la salud, los servicios sociales o la educación, los datos incorrectos pueden tener un impacto importante en nuestros derechos más fundamentales.